MADRES coraje (publicado el 7 de mayo de 2021)

ESPECIAL 

MADRES coraje

Amor, sacrificio, abnegación, entrega, bondad. Madre solo hay una, dice el dicho, y como ella ninguna. En estas historias va un sentido homanaje a las madres inmigrantes de nuestra comunidad. 

Por Eric Montoya (Publicado en AYLLU TIMES el 7 de mayo de 2021)

MELVI DÁVILA

“Mis hijas, no son solo mis hijas, son la motivación, energía, inspiración que han movido mi día a día durante décadas. Macarena de 27, la apacible y determinada niña, Ariana de 20, el torbellino y la perseverancia en persona, ambas son esa fuente de energía que cuando el agotamiento o el asma me agobiaban, ellas encendían el motor de mis fuerzas casí sin percatarme. Cuando llegamos a este país, Makki de 7 y Ari de 1, era como encontrarnos en una soga de trapecista, mirando hacia abajo un gran precipicio al que no deberíamos caer, el reto era caminar lento muy aferradas las unas a las otras, pero muy seguras, y a paso firme. Aprendimos a caminar de nuevo, sorteando vientos y tormentas, dando pasitos suaves primero, hasta aprender a deslizarnos rápido, pero siempre unidas de la mano. Idas y venidas del colegio, de citas de médicos o de programas extra curriculares, caminando a pie el primer año, soportando frío y calor, nuestro primer carro era tan viejo que no tenía sistema de aire ni calefacción, cargábamos las bolsas de ropa sobre el coche de Ari para ir juntas al “laundry”, no recuerdo que se hayan quejado nunca, era una salida de paseo feliz porque después el premio sería una rica pizza barata de la esquina. Tuve que trabajar en algo que me permitiera cuidarlas , llevarlas al colegio, atenderlas como toda madre con hijas pequeñas, decidí hacer transportación en mi camioneta vieja para tener ingresos económicos, me dio muy buenos resultados, Ariana iba conmigo en la camioneta a recoger y llevar gente al trabajo, aumenté reparto de comida peruana a los trabajadores, llegué a cocinar 30 menús diarios los 7 días de la semana, y mis hijas eran mis recepcionistas de pedidos, mis empacadoras de salsa de ají o ponían nombres a los paquetes, pasamos 5 interesantes años en este trabajo, correteando con pocas horas para dormir, este esfuerzo nos permitió comprar una nueva “van”, una nueva GMC Safari, la que fuera nuestra aliada para viajar en familia a Disneyworld, a Washington DC, North Carolina, a conocer un poco nuestra nueva tierra. Cuando Ariana, la menor, empezó los programas “after school”, tuve más tiempo para dedicarme a nuevos emprendimientos,   

Así pasaron los días, fuimos creciendo juntas, así pasaron años, nos fortalecimos y no caímos de la soga, vencimos el reto que toda madre inmigrante tiene que vivir. Han transcurrido dos décadas de trabajo, amor, esfuerzo y mucha lucha conjunta que han dado sus gratos frutos,  Macarena es una profesional de Comunicaciones graduada en Seton Hall University con el honor máximo de Suma Cum Laude, y Ariana rumbo a la carrera de Relaciones Públicas becada en Pace University NYC. Ahora, ellas me asesoran en mi agencia de Relaciones Públicas, fuimos un equipo y seguimos siendo ese gran equipo, en el que siempre nuestro compañero, mi amado esposo y el mejor padre, fue parte primordial de esta bella historia.

A todas las Madres en su día les quiero enviar un mensaje, nunca dejen de perseguir sus sueños, nunca permitan que nada ni nadie las detenga en el cumplimiento de metas y objetivos máxime cuando de los hijos se trata, ellos son nuestro principal proyecto de vida, son el mayor regalo de Dios.”


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JULIA SANDOVAL

Llegó a los Estados Unidos hace cinco décadas. Julia Sandoval, la conocida “Tía Julia”, cantante de música criolla y maestra de ceremonias, no lo duda en decir que “lo mejor que me ha pasado en la vida es tener a mis dos hijos”. Sus retoños, Robertito y Zulma, ya son adultos y profesionales. Pero años atrás, cuando no abundaban las baby sitters, la “Tía Julia” tenía que llevarlos al trabajo, incluso en el restaurante “Y se llama Perú” de Valentín Obregón, donde se presentaban grandes shows de música peruana.




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LILIANA BRINGAS

Liliana Bringas es periodista corresponsal en Nueva York del canal peruano América Televisión. Hace poco más de una década llegó a esta ciudad con la meta de poder traer a sus hijas que se quedaron en el Perú con el padre.
Hace seis años se pudieron reunir. “Me tocó el trabajo de ayudarlas a que se adapten a la sociedad estadounidense siendo ellas adolescentes”, explica Liliana.
Paula, la mayor, es una niña especial con Síndrome de Down y requiere cuidados especiales. Paz, su otra hija, es madre de Amy, la primera nieta de Liliana.
“La satisfacción que tengo es que les pude dar un mejor futuro que en el Perú”, concluye la periodista.


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ELVA PONCE

Integrante en Nueva York de las hermandades del Señor de los Milagros y de la Inmaculada Virgen de la Puerta de Otuzco y del Club de Leones “Queens Las Américas”, Elva Ponce vive en esta ciudad con su hija Patricia Molina, el esposo y sus nietos Jonathan y Salma.
Atrás quedaron el día que emigró del Perú en 1984, donde se quedaron su hija Patricia y sus hijos Pedro Erasmo y Rafael “Pepe”. En 1986 pudo venir Patricia y sus hijos tomaron diferentes rumbos: Pedro Erasmo vive en España y Rafael en Venezuela.
Elva siente satisfacción de “haberle dado la carrera a mi hija”. Patricia estudió Administración de Empresas en Baruch College y es manager en una sucursal de Citibank.
Hace un tiempo Elva sufrió un preinfarto y pudo juntarse con todos sus hijos en Nueva York, no les veía en quince años.




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MARÍA ARTEGA

“Me casé muy jovencita”, cuenta María Arteaga, danzante de bailes modernos en su adolencia en los canales de televisión 4 y 9 en Lima. También fue operadora de la Compañía Peruana de Teléfonos.
Tras dieciocho años de matrimonio y dejando a sus tres hijos varones estudiando en universidades limeñas, y una hija en edad escolar, vino a Nueva York.
En esta ciudad se dedicó al cuidado de adultos mayores y por veinte años estuvo viajando al Perú para ver a sus hijos.
Organizadora de la Ciudad de Nueva York del Departamento de Organización Política de la Unión 1199, vinculada a organizaciones de ancashinos en esta ciudad, siempre amante de las danzas y el folclore peruano, hoy lamenta que la pandemia no le haya permitido ver desde hace dos años a sus hijos varones: John, Carlos y Christopher, aunque sí ha podido disfrutar de su hija Vanessa.
Mary espera que se acabe la pesadilla y poder abrazar de nuevo a todos sus hijos y engreir a sus cinco nietas a las que llama sus “chocotejitas” y que heredaron de la abuela su amor por las danzas folclóricas del Perú.





Comments

  1. Bello homenaje lindo un beso y bendiciones a cada una de uds.. Mamitas

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