Rina Soldevilla presenta dos publicaciones para niños y se prepara para el regreso al Perú (23 de octubre de 2020)

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Rina Soldevilla presenta dos publicaciones para niños y se prepara para el regreso al Perú

Por Eric Montoya (publicado en AYLLU TIMES el 23 de octubre de 2020)


“OTRO DÍA SALVAJE EN LA VIDA DE CUZQUI”

(Ilustraciones: Nora Connolly; traducción: Silvia Rafti)

“Es un cuento para niños, con frases cortas. Cuando el perrito Cuzqui se levanta en la mañana, toma desayuno, sale a pasear, como una rutina. Yo soy activista en pro de los derechos de los animales. Cuando subo al escenario, primero a hablarle a la gente, concientizarlos de que los animales merecen respeto. Ellos son seres vivientes que sienten dolor y con el pretexto de Cuzqui (que es un can de raza basenji) que es mi perrito... Yo pienso que los niños por los vívidos colores que utilizó la ilustradora les llama la atención. Es la primera vez que escribo para infantes, salió precioso el libro.”

“LAS FÁBULAS RINA”

(Ilustraciones: Alejandra Huerga; traducción; Silvia Rafti, Kristan Melo)

“Este libro no para competir con los grandes. Las fábulas son historias pequeñas con moraleja, para enseñar. Así como “Las fábulas de Esopo”, no sé si te acuerdas “El zorro y las uvas”. Te dejan una enseñanza. Son historias de la vida real pero adaptado para los infantes, pero a la vez para todo el mundo, porque estas fábulas pueden servir como un manual para maestros y para los padres porque he tomado tópicos que antiguamente eran tabúes como tener a un niño dentro de una burbuja y no tenían que enterarse de esto y aquello, pero ahora la tecnología así como es nuestro amigo también es un enemigo porque enseña a los niños muy temprano algunas cosas, muchas veces erróneas. Para ellos yo escribo estas fábulas para que les sea fácil a los padres que tienen niños o a los maestros. Tomo tópicos como el racismo, la infidelidad, los secuestros. Cómo hablarle a un niño sin romper su inocencia, sin malograr sus fantasías, hablarles de estos temas tan fuertes. Tantos padres que les dicen a sus hijos que no deben irse con extraños. Y si buscas en el internet, han hecho cámaras escondidas con cientos de niños y la mayoría se van con extraños.

Son diez fábulas adaptadas al mundo de ahora con un lenguaje claro, sencillo, ameno, utilizo mucho la comedia, con animalitos que hablan. Se van a reir, van a tener pena, todos los sentimientos van a sentir con esas fábulas.”

RINA, LA AMBIENTALISTA QUE SE HIZO ESCRITORA

Rina Soldevilla llegó a los Estados Unidos hace tres décadas. En 2001 publicó los “Cuentos Extraordinarios”, unos relatos de terror inspirados en vivencias en la ceja de selva peruana. Desde esa fecha ha publicado diez libros.

La Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, le otorgó el título de “Embajadora cultural del Perú”.

En estos meses de pandemia terminó de preparar sus dos nuevas publicaciones y alista su viaje de regreso al Perú. El siguiente es parte de una conversación de Rina Soldevilla con AYLLU TIMES:

AL RESCATE DE LA SELVA

“Yo nací en Huasahuasi, frontera con Chanchamayo (ambos en el departamento de Junín). Yo salía a pasear y miraba paraisos, qué bellos los riachuelos y después me llevaban a otro bosque y estaba todo negro, feo, cortado, así como yo lo describía de pequeña en mis cuentos de terror, eran mi imaginación pero derrepente se volvía realidad. Estaban talando los árboles y esos bosques se estaban volviendo feos. Yo de pequeña sembraba florecitas, porque en mi pueblo también tenemos bosque. Yo sembraba por nada, porque pensaba que las flores embellecían a los bosques. Ya de grande después que vine a este país (y regresé al Perú de vacaciones), un señor me dice “quiero viajar a Huancayo porque mis hijos ya están creciendo y tienen que ir a la escuela y acá hay institutos pero no hay universidades, yo quiero que mis hijos sean universitarios y quiero mudarme, entonces estoy vendiendo mi chacrita". Y la chacrita resultó ser un bosque que tenía tres cataratas. "El gobierno nos dio para trabajarlo, por eso muchas personas poseemos estos bosques donde hemos hecho estas chacras. Yo siembro acá cacao, pero esto no me está resultando, me dijo este señor”. 

Y Rina juntó de aquí y de allá, estaba a punto de regresar para Nueva York, casi no tenía fondos. “Recurrí a mi familia, mira (les dije) están vendiendo un bosque... El abogado de mi mamá viajó para allá, vio que todos los papeles estaban en regla, con título otorgado por el gobierno y allí compro mi primer bosque que es “El caracol” que tiene cuatro hectáreas. Allí vi lo maravilloso que era tener este bosque y protegerlo. Yo vi que la chacra del señor estaba con muchos árboles talados, porque ellos cortaban los árboles para sembrar sus productos. Limpié la tierra y me puse a sembrar árboles, los árboles crecieron rápido, unos pinos. De allí me vino otra oportunidad, se pasaron la voz. "Oye, yo también quiero ir a la capital, no quiero estar acá, te vendo mi terreno", y así me compré “El cielo” que tiene 24 hectáreas. Es un bosque gigantesco que ahora lo protejo para que no vuelvan a talar más árboles. Hice alianza con los nativos, los asháninkas. Yo los dejo entrar a mis tierras para que se lleven frutas, hierbas, kion, hay mucho mango, mucha mandarina, naranja. Yo les digo vayan, saquen todo lo que quieran para su comunidad pero paseen por ahí caminen, que los vean que ustedes están de parte de la dueña. Lleven sus arcos, sus flechas, digan que ustedes son cuidadores. Cada vez que viajo a Perú, porque (antes de la pandemia) viajaba dos o tres veces al año a Perú, les llevo víveres, juguetes, dulces, así me he congraciado con esa comunidad. Les he comprado telas para que hagan sus cushmas, que son los trajes típicos de los nativos. Estoy pensando en comprar otro bosque que está en peligro, pero para eso tengo que vender una casita que tengo en Chanchamayo.

Antes de venir a este país hace más de 30 años, Enrique (mi esposo) sabía de la devoción que tengo por la naturaleza, pero yo estaba embarazada. Enrique me dijo, vamos a criar a nuestro hijo, vamos a Estados Unidos, y cuando él esté grande y pueda valerse solo puedes regresar al Perú a continuar con tu obra. Tal vez pensó que se me iban a pasar las ganas de proteger la naturaleza. Hace 30 años yo no tenía un bosque ni bienes, solo tenía un sueño. Mi meta era hacer algo por los animales, por las tierras, defender a los campesinos que son arrojados de su tierra por los poderosos. Cumplí con mis dos hijos, los dos son independientes ahora. El menor se fue a Buffalo, va a ser científico. Mi ciclo se cumplió aquí. Cuando mis amigos me dicen “Rina no te vayas”, yo les digo: no me digas eso, al contrario, házme barra para que me vaya, dame ánimos, porque si tú quieres a tu familia, a tus hijos y nietos, qué mundo les vas a dejar, si no hubiese personas como yo que sacrifican su vida y su comodidad estaríamos perdidos. Los lagos se están contaminando, los ríos, los peces están siendo envenenados, los bosque se están talando. El smog está creciendo, hay minería ilegal. ¿Qué pasaría si no hubiese personas como nosotros que estamos luchando día a día? Si tú quieres a tu familia apóyame espiritualmente. Yo no quiero donaciones, solo quiero bendiciones. Hay miles de personas en el planeta que hacen más que yo todavía, el problema es que yo no acepto donaciones de grandes instituciones. Yo trabajo día y noche para mis obras de solidaridad y medio ambiente. Lo que yo gano en la venta de mis libros se va para allá.”




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