Un café cargado con Beto Ortiz (21 de abril de 2006)

ENTREVISTA 

Un café cargado con Beto Ortiz 

El periodista peruano que vive en Nueva York le cuenta a los lectores de AYLLU TIMES sobre su nuevo proyecto con Michelle Alexander y rememora los motivos por los que no puede volver al Perú.

Por Eric Montoya (publicado en AYLLU TIMES el 21 de abril de 2006)

Beto Ortiz camina tranquilo por las calles de Astoria, feliz por ser un completo desconocido para las personas que le rodean. Lejanos están los años de vorágine en la televisión peruana, los excelentes reportajes en Panorama, la dirección de algunos programas de variedades, la obnubilante fama, la voraz lucha por los puntos del rating, el dinero, la cúspide, la bancarrota, la caída, la injusticia, el auto exilio...
Nueva York, su presente, lo encuentra en una etapa de sosiego, escribiendo para dos publicaciones en español del Daily News, enviando una columna al diario Perú 21 y elaborando las historias de ‘Asesinas’, un proyecto de la productora Michelle Alexander en el Perú. 
“Es una miniserie policial. Michelle pensó en mí porque me he estado dedicando los últimos años a escribir. Van a ser 13 capítulos basados en 13 casos de mujeres asesinas en el Perú que pueden ser casos de la historia de los años 40, 50 o actuales. Hay un equipo de investigación que va a averiguar las fuentes, que va a ir a las cárceles, que va a hablar con las personas aludidas”, cuenta Beto Ortiz. 

DE LA FAMA Y OTROS DEMONIOS 
Beto disfruta un café con leche en un restaurante peruano (confiesa que rara vez los visita) sin ser reconocido, sin que le pidan un autógrafo. Su mente hace un flash back hacia el Perú. 
“Es curioso, porque muchas personas (entre ellas yo) creíamos que aspirábamos a la fama como un objetivo en la vida. La fama desde afuera se ve como algo glamoroso, sensual, pero ser famoso en el Perú no tiene nada que glamoroso, es un dolor de cabeza”. 
Los años de reportero le sirvieron para ganarse el respeto y reconocimiento. Luego vendría lo otro. “Cuando uno aparece en televisión todos los días una hora al día durante años tu cara es un logotipo. Todo el mundo va a voltear a mirarte, todo el mundo va a pensar que te conoce (...) El hecho que la gente te reconozca no significa que te quiera y sin duda la mejor prueba de ello es que el día que dejas de salir en televisión todo el mundo se olvida de ti, lo cual en mi caso fue muy bueno, porque yo estaba necesitando el anonimato que este país me ha dado”. Porque si la televisión puede potenciar algunos elementos de la personalidad, Beto reconoce que la ‘caja boba’ puede hacerte creer que eres el centro del universo. 
“Yo llegué al momento que tenía dos programas al aire al mismo tiempo, tenía dos equipos de producción a mi cargo, tenía cerca de 40 o 50 personas a las que yo dirigía, entre comillas, cuando no podía dirigir mi vida (...) Creo que llega un momento que pierdes de vista quién eres realmente”. ¿Y quién Beto Ortiz realmente?, lo interrogamos. 
“Básicamente yo creo que soy un escritor que está tratando de serlo en su plenitud. Creo que he sido un escritor metido a muchas cosas. El hecho de que lo haya hecho bien o mal es independiente de lo que yo quiero ser en realidad. Yo soy un reportero porque para eso me he entrenado. Ser reportero es como ser soldado. Por más que pasen los años y estés en la reserva sigues siendo soldado. Yo veo una cámara en la calle y el corazón se me acelera. Entrar a la redacción de un periódico para mí es como debe ser para un tenor entrar a la Scala de Milán o para un futbolista entrar a un estadio”. 

INJUSTICIA Y PODER 
Beto Ortiz por el momento no puede regresar al Perú. O no quiere. “Si yo regresara al Perú probablemente del Jorge Chávez me llevarían al Sarita Colonia”, advierte con ironía. 
Fue hace tres años que realizó para Perú 21 la investigación que llevó a la cárcel a César Almeyda, ex asesor presidencial, vinculado con el general Oscar Villanueva Vidal, que era el cajero de Vladimiro Montesinos. 
“El Estado tenía un juicio contra mí por difamación, asociación ilícita para delinquir, conspiración, delito contra la administración de justicia y no sé cuántos delitos más. Entonces la persona que fue mi fuente de información también fue a la cárcel en un caso totalmente inédito en la historia judicial reciente. Un acusado de corrupción es enjuiciado junto a los que lo denunciaron, porque la persona que me proporcionó la información, el periodista -que soy yo- y Almeyda, los tres estamos inmersos en el mismo proceso, acusados de los mismos cargos, cosa que sólo ocurre en el Perú y dos de ellos están presos. Almeyda está preso y Miguel Salas (el Agente Sun), que fue mi fuente de información, también está preso y yo estoy acá”. 

LA MAFIA DEL CHINO 
No había sido la primera vez que Ortiz sufría por quienes abusan del poder. Un mal endémico en el Perú. 
“Yo tuve un año y medio para constatar de primera mano lo que era realmente el régimen de Fujimori. La manera como funcionaba el régimen de Fujimori era típicamente el modus operandi de una mafia, lo sé en carne propia porque apenas empecé a criticar al régimen desde mi humilde programa los medios, la prensa chicha y la prensa de espectáculos, Magaly incluida, comenzaron a demolerme sistemáticamente y esa es la manera como funcionan las mafias. Yo no creo en un buen delincuente y Fujimori es un delincuente. Que él era el bueno y el otro (Montesinos) era el malo es un viejo truco de las dictaduras latinoamericanas durante décadas. Lo usaba Pinochet, lo usaba la dictadura argentina... ‘no sabíamos, los asesores eran en realidad’. Ese es un viejo truco, un engaña muchachos”. 
Beto Ortiz toma otro sorbo de café y espera, con santa paciencia, el día lejano del regreso al Perú.

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