“No existen canales donde las víctimas puedan buscar justicia” (24 de julio de 2020)
Tatiana Béjar, organizadora principal de ‘Hand in Hand: The Domestic Employers Network’:
“No existen canales donde las víctimas puedan buscar justicia”
El asesinato de la soldado Vanessa Guillén a manos de un superior en la base Fort Hood, en Texas, no es un hecho aislado dentro de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Encontramos una voz autorizada para hablar del tema.
Por Eric Montoya (Publicado el 24 de julio de 2020)
El terrible asesinato de Vanessa Guillén causó impacto en la comunidad latina de los Estados Unidos. ¿Se trata de un hecho aislado en las fuerzas armadas o responde a un patrón dentro de una estructura jerárquica que permite injusticias con impunidad?
Sobre el tema, entrevistamos a Tatiana Béjar, socióloga peruana de la Universidad Mayor de San Marcos, con una maestría en Justicia Criminal en John Jay College y actualmente organizadora principal de ‘Hand in Hand: The Domestic Employers Network’ para Nueva York y Nueva Jersey, con experiencia en organizaciones locales como ‘Urban Justice Center’ y ‘Restaurant Opportunities Center-NY’, además de haber trabajado en UNICEF y en la Red por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
-¿Se puede decir que el asesinato de la soldado Vanessa Guillén a manos de un superior en el rango militar es un hecho aislado en las fuerzas armadas o sigue un patrón dentro de estas instituciones?
-Pienso que hay que tener cuidado en llamar el asesinato de Vanessa Guillén como un hecho aislado. Un caso que recuerdo es el de Maria Lauterbach quien fue asesinada por su violador quien era su superior. Si bien estos asesinatos son hechos extremos son consecuencia de una cultura sexista, patriarcal y racista de las instituciones militares. Esta cultura no solamente crea condiciones para el abuso sexual sino también la impunidad. No existen canales transparentes donde las víctimas de abuso puedan buscar justicia. Más bien todo lo contrario, esa cultura militar sexista protege al agresor y no a la víctima. Entonces se puede decir que efectivamente existe un patrón dentro de instituciones militares donde el abuso sexual es común debido a que el sistema en general y el militar en particular es patriarcal y sexista, y esa cultura crea códigos y comportamientos que presionan a los subordinados para que no denuncien ningún tipo de abusos. Existe como una falsa idea de lealtad entre los subordinados con los militares de rango superior. Por ejemplo, en el caso de Vanessa Guillén, han pasado dos meses para que los militares decidan investigar su desaparición, y eso se debió a que la familia se movilizó y creó una presión social. ¿Si hubiera sido un hombre blanco hubieran demorado tanto para investigar la desaparición? Gracias a movimientos como el Me Too, muchas mujeres ahora están revelando sus historias de violaciones y acoso sexual en instituciones militares y otros sectores, y ahora mismo se está creando un movimiento para exigir justicia para Vanessa y otras víctimas de los militares, un llamado al Congreso para que revise estas conductas y se plantee una reforma para evitar este tipo de casos.
-¿Qué hacer para que no se repitan estos hechos en las fuerzas armadas?
-Un primer paso inmediato es escuchar a la familia de Vanessa Guillén y al movimiento que busca proteger a las víctimas de abuso en el sector militar. Gracias a la movilización de la familia de Vanessa Guillén y a la presión del actual movimiento rebelde tenemos una oportunidad para evitar estos casos y empezar una reforma para proteger a mujeres en el sector militar. La familia de Vanessa está pidiendo una investigación formal de parte del Congreso para identificar quiénes en la cadena de jerarquía ignoraron y no hicieron una investigación sobre el caso de Vanessa. Asimismo, se está empujando una legislación para crear procesos de investigación independientes sobre acusaciones de acoso dentro de las fuerzas armadas.
Aunque tomar medidas urgentes es importante para evitar estos abusos, es muy difícil que esto se logre por completo mientras la cultura militar siga reflejando las de este sistema opresor. Un segundo paso, debería ser cambiar este sistema económico que no funciona para la mayoría de las personas en este país. Debemos ver al sector militar como vemos a la policía. Dos sectores que funcionan impunemente, el sector militar por su lado cumple una de las funciones más inmorales que es invadir y asesinar impunemente en otros países. Las fuerzas armadas son parte de un sistema blanco supremacista, patriarcal y capitalista que defiende con armas y a muerte ese sistema. Tanto los militares como los policías deben de ser juzgados por sus crímenes. Somos testigos de lo difícil que es que policías asesinos sean juzgados y sentenciados por sus crímenes al igual que los militares. Así como buscamos desfinanciar la policía y abolirla eventualmente, debemos hacer lo mismo con el sector militar. No es una lucha fácil. Estamos hablando de instituciones de mucho poder y donde corre muchísimo dinero, nuestro dinero, nuestros taxes. Las fuerzas armadas tienen un presupuesto anual de 300 mil millones de dólares. La industria armamentista es un gran negocio que utiliza a comunidades más vulnerables. Por ejemplo, revisemos sus prácticas de reclutamiento. Esta institución recluta a sus miembros en comunidades empobrecidas, comunidades de color e inmigrantes donde les prometen acceso a educación superior, estabilidad laboral y seguro de salud. La realidad es que entran a formar parte de una institución donde los subordinados, generalmente mujeres y hombres de color, están expuestos a distintos abusos físicos y emocionales y carecen de accesso a justicia si deciden denunciar, y cuando lo hacen las consecuencias han sido asesinatos como el caso de Vanessa Guillén. Tanto la policía como los militares tienen los presupuestos más altos, cientos de miles de millones de dólares, dinero que podría ser invertido en nuestras comunidades, para asegurar derechos humanos de la población y acceso completo a buen sistema de salud, educación y vivienda, y en crear empleos de calidad y sostenibles.
-Hay quienes dicen que los latinos hemos debido salir a protestar por el caso Vanessa Guillén como lo hicimos con el caso George Floyd. ¿Crees que ese argumento es válido?
-Vanessa Guillen y George Floyd son víctimas del sistema, un sistema opresor que deshumaniza e incita al odio contra las personas de color y mujeres. Como inmigrantes peruanos debemos ver cuál es nuestro rol dentro de este sistema racista, patriarcalista y donde históricamente una élite de hombres blancos, se ha enriquecido debido al robo de tierras de los nativos y la explotación del trabajo, inicialmente de la esclavitud de los negros, el trabajo de los indocumentados más recientemente, y la criminalización contra los pobres y personas de color. Como peruanos debemos tomar conciencia y revisar nuestro propio racismo y machismo internalizado, y tomar acción para primero solidarizarnos con la comunidad negra y otras comunidades de inmigrantes. A pesar que la prensa no ha cubierto las protestas realizadas por Vanessa Guillén, la gente ha salido a las calles a protestar y sí ha habido mucha movilización en las redes sociales con el #IamVanessaGuillen. Como latinos e inmigrantes tenemos que conectar nuestra lucha con el movimiento de Black Lives Matter y otros movimientos de resistencia. De esa manera estamos diciendo la vida de los negros y negras importan, la vida de los inmigrantes de color también importan, la vida de las mujeres de color también importan. Luchar por el fin del racismo y abolición de la policía es también pedir el cese de deportaciones, cierre de centros de detenciones y la abolición de ICE. Si revisamos las estadísticas somos las comunidades de color: negros, latinos, nativos las que desproporcionalmente están afectados por la pobreza, encarcelamiento, enfermedades, y últimamente la alta tasa de muertes por COVID-19. Cuando avanzamos los derechos de las comunidades más violentadas también avanzamos nuestros derechos como peruanos inmigrantes.
-¿Qué hace la organización Hand in Hand para evitar el abuso de autoridad? ¿Solo se ocupan de las empleadas domésticas o su campo de acción es hacia las mujeres en general?
-Hand in Hand es una red nacional de empleadores de trabajadoras del hogar donde buscamos cambiar las prácticas laborales para que sean justas y donde el cuidado sea accesible para todas y todos. También luchamos para cambiar políticas públicas sobre el sector del cuidado, y pasar legislaciones que favorezcan a las trabajadoras del hogar así como a otros sectores históricamente excluidos de protecciones laborales. Debido a que el trabajo del hogar ha sido una función exclusivamente de mujeres, e intersecta con el racismo y la inmigración, nuestro campo de acciones se extiende a la lucha por una economía feminista donde se valore el rol de las mujeres en el trabajo, al cuidado de niños, personas con discapacidad y adultos mayores. Sobre inmigración, hemos hecho campañas contra la separación de las familias de inmigrantes y el cierre de centros de detención usando una táctica de playdate protest, donde son niños y niñas, familias, forman parte de estas protestas. Creemos que nuestro hogar es nuestra base moral inicial para la lucha política tanto como empleadora o mujer, o inmigrante y eso se extiende hacia nuestra propia comunidad. No podemos ser buenas empleadoras si también no utilizamos nuestros propios privilegios para estar en solidaridad con la lucha de las vidas negras importan, la lucha de las mujeres y de los inmigrantes.
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